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Las Marimantas

Las Marimantas

Noche de invierno, el frío en las calles ronda el pueblo. El abuelo sentado frente a la lumbre, su barba blanca se vuelve cobre al jugar con el fuego, uno niños dicen:

- ¡Abuelo cuéntame un cuento!

el anciano mira al techo, llamando a los recuerdos y...

En los tiempos de Maricastaña, cuando no existían las farolas y la oscuridad lo envolvía todo, sembraban el terror en el pueblo las marimantas vestidas de blanco, estrebes y unos farolillos colgabas de las estrebes impedían el paso al tranquilo transeúnte que volvía al calor del hogar.

El pueblo, con sus calles empinadas y enredadas eran cómplice sin pretenderlo de los amigos de la noche, nadie sabia por qué, pero nadie estaba en la calle cuando venía el ocaso.

- ¿Abuelo por qué salían las marimantas? pregunto la pequeña con los ojos muy abiertos.
- En todos los tiempos los amantes forma parte importante de la historia de la humanidad, pero en el tiempo de Maricastaña la honra de una mujer era un tesoro a guardar, por eso las marimantas impedían el paso para que la gente no viera en la casa que a hurtadillas entraban, contesta el abuelo satisfecho de su relato.

Una noche un campesino vuelve tarde de las labores del campo, la hoz en la mano y en su mirada el cansancio del cuerpo,
-¡por aquí no pasas! ¡márchate, vete!
el campesino agotado le contesta: - ¡déjame pasar solo quiero entrar a mi casa, no me importa quién eres ni a donde vas!, discusión, pelea y ...

La mañana trae la luz del día y el horror, la impresión en los vecinos, el campesino sentado con la marimanta en un escalón y un enorme charca de sangre, los vecinos querían quitarle la máscara, el campesino no lo permitió, la guardia civil se presenta junto con el juez. El campesino al ver la presencia del juez, se levanta y le dice: ¡no me dejaba pasar, sacando una navaja, perdón ¡, al quitarle la máscara un escalofrío recorre a los presentes, el hijo del juez se ocultaba detrás del macabro disfraz, una lágrima sin control cae del rostro del juez y sin ninguna alteración dice:

- ¡Esta muerto, ya se pueden llevar el cadáver!

el juez se aleja lentamente, el campesino ve como la guardia civil con el difunto y los vecinos cerraba el cortejo.

Los días pasan y el campesino esperaba a la guardia civil para su encarcelamiento, pero éstos nunca llegaban, la incertidumbre lo atormentaba y fue a buscar al juez.

-¿en qué lo puedo ayudar? contesta el juez.
-¡Vd. sabe que lo ocurrido, yo lo mate!, dice el campesino.
-¡Tranquilo amigo, Vd. mato a una marimanta, y estas son personajes de leyendas por lo tanto no existen y por lo consiguiente Vd. no mato a nadie. Mi hijo se ha marchado de viaje muy lejos y sin retorno!.